lunes, 9 de julio de 2012

PERSONAJES ILUSTRES RELACIONADOS CON AYORA




En nuestro pueblo hay una calle –la mejor- con una placa que pone: “calle Marquesa de Cenete”, y al final de ella, un bello edificio (antiguo convento de Santo Domingo), con preciosa portada,  y en la pared, otro letrero: Auditorio  “Mencía de Mendoza”.
Aunque parezcan dos personas, se trata solamente de una; se llamaba: D.ª MENCIA DE MENDOZA, siendo además, marquesa de Cenete y duquesa de Calabria. (Un detalle curioso, es que en Ayora escribimos “Cenete” y en la mayoría de documentos históricos aparece con Z, “Zenete”). .
¿Tiene algo que ver esta gran señora con nuestro pueblo?
Pues sí, tiene mucho que ver. D.ª Mencía  fue durante varios años dueña del Castillo y de la población de Ayora, heredado de sus padres D. Rodrigo de  Mendoza, y D.ª María de Fonseca, que lo compraron en 1492 al heredero de D. Baltasar Lladró.
Doña Mencía fue por tanto nuestra Gran Señora, a la que tanto debemos los ayorinos. Mujer muy culta, humanista, dominando latín y griego, llegó a ser posteriormente, (al fallecer su segundo marido), virreina de Valencia. Relativo a Ayora, tuvo una gran preferencia por nuestra villa, entre sus numerosas propiedades.
Y no era únicamente la señora del pueblo, sino que aquí vivió durante los años de su juventud, la más feliz de su vida, albergada en la hermosa y recia fortaleza del castillo, hasta la muerte de su padre. (Estos días, precisamente, he visto que se está procediendo a obras de limpieza y afianzamiento de sus muros. Quiera Dios continúen las obras y que podamos conservar y transmitir a nuestros descendientes este gran monumento que es, junto a la Iglesia, lo mejor que tenemos en Ayora.
Bien, pues doña Mencía, personalmente, es un caso muy curioso de comentar y estudiar. En una época donde la mujer era poco más que un mueble, ella se yergue como una de la grandes personalidades del pais, siendo destacada personalidad en todos los movimientos renacentistas, no solo en España, sino de Europa. No ocurría entonces como ahora,  que somos un cero a la izquierda,  sino todo al contrario. Reinaba en la nación nada menos que Carlos I de España y V de Alemania, el gran Rey de la nación “donde nunca se ponía el sol”. En esta nación fue Mencía una luminaria de inteligencia y sabiduría. Erudita en varias materias, mecenas en variadas actividades culturales, una de ellas, la concesión, de su pecunio particular, de becas para estudiantes sin recursos, a los que enviaba, para ampliación de estudios, a las famosas universidades de Lovaina y París. Experta reconocida en arte, libros, música y artes escénicas, fue asidua amiga y colaboradora de las dos grandes figuras del pensamiento europeo: nuestro Luis Vives, su preceptor,  y el gran  Erasmo de Rótterdam, mentor y guía cultural de la época.    
Curiosamente, y pasando un poco al terreno anecdótico, doña Mencía no solo sobresalió por su nivel cultural y profunda religiosidad, sino por otras dos cosas menos espirituales: era las más rica del Reino de Castilla, -lo que equivalía a serlo de España-  y era también la más gorda. Así como suena. No se los kilos que llegaría a pesar, pero pasaría seguro de los cien,  En su última etapa de madurez, llegó a necesitar hasta cuatro asistentas para vestirla y dos para ayudarle a andar, una de cada brazo. Y ya al final de su vida, al fallecer, aún se está hablando en Valencia por los eruditos, del enorme tamaño del ataúd que se le hizo ex –profeso. (Falleció prematuramente, a los 46 años). 
Ya desde joven, tuvo una salud muy quebradiza, pero también carácter firme y decidido, casándose dos veces, en ambas, con desastrosos resultados. La primera, con Enrique de Nassau, de Flandes, ella 16 años, él, 40,  no teniendo hijos a pesar de los numerosos intentos, todos fallidos. En segundas nupcias, con Fernando de Aragón, viudo, mujeriego empedernido. Como muestra del carácter de Mencía, es conocido su negativa a casarse con él hasta que el Emperador no expulsase de Valencia a  “Esperanza”, “la querida” del pretendiente. No sirvió de mucho pues el  bergante siguió poniéndole los cuernos por todo lo alto, con toda la que salía. Para más inri, Mencía era tremendamente celosa. Al fin murió Fernando y ella quedó en paz. En realidad,  no deseaba casarse, por lo menos tan pronto, pero el Emperador, por razones de Estado, se lo ordenó y no hubo más remedio. 

Una  cosa interesante para nuestro pueblo es que en este segundo matrimonio con el duque de Calabria (virrey de Valencia)- la boda se celebró nada menos que en Ayora, sí, en la Iglesia “de los Altos”, que ahora miramos por encima del hombro y entonces fue punto de reunión de la realeza española y flamenca que vinieron a uña de caballo a la ceremonia. Imaginaros el viaje desde tan  lejano lugar hasta el rinconcito de Ayora. Los fastos preparados al efecto fueron extraordinarios durando las fiestas varios días. (No son fantasías ni elucubraciones,. Existen en los archivos del Reino de Valencia los documentos que lo acreditan). Uno de ellos, narrado por el escritor Jerni Soria, hizo su crónica escrita en valenciano que transcribo a continuación: “ Digous, a XIII DE Gener, después de dinar, entra lo Duc de Calabria virrey de Valencia, ad dona Mensia de Mendoza; se espossaren en Ayora, terra de dita marquesa, a XIII  dit, moltes dames y cavallers jugaren lladridales al Real ab moltes antorchas que paresia de día. Dit día, despres dels bous, jugué a canues el duque y moltes caballers molt be ataviats”. 

Más adelante, la misma crónica, dice entre otras cosas: “Dimecres, de Febrer, 1541, día de nostra Señora de Candelero, depresi dinar, feren corro de Bous al Real”.
Como se puede observar, ése día que se hicieron los Toros fue el de “la Candelaria”, en Febrero, lo mismo que se ha venido repitiendo en Ayora durante cientos de años     
Es decir: en aquella ocasión ya se hacían fiestas de toros en Ayora.. (Eso, para los que desde Valencia, preguntaban hace dos años si las fiestas de nuestro pueblo tienen mucha tradición). Pues nada menos que 500 años. ¿Le parecieron  bastantes  a los funcionarios de la Generalitat cuando recabaron dichos informes al Ayuntamiento de Ayora, (que les facilité yo), con motivo de cambiar los bonitos y tradicionales “tablaos” de madera por otros de hierro. De nada valió antigüedad y tradición, pues nos clavaron por decreto el mastodóntico fortín o plaza fuerte cuartelera, (eso sí, pagándolo), y ahí lo tenemos para generaciones futuras.  
Bueno, llegamos al final. He hablado de distintas facetas de nuestra querida marquesa, pero cómo era realmente la intimidad de doña Mencía?
Por lo leído y entresacado no hay duda que fue una mujer desdichada referente a su salud personal. No pudo tener hijos, aunque sí numerosos abortos. Se puede decir con certeza que fue la suya una vida desgraciada hasta el fin. Y sin embargo, pienso que hubo de ser feliz en sus frecuentes e importantes viajes de relaciones intelectuales, aun teniendo en cuenta lo que en aquellos tiempos suponía viajar nada menos que por toda Europa con las incomodidades consiguientes. Pero a este respecto, se ha de  pensar que lo verdaderamente válido de alguien importante, en cuanto a la posteridad se refiere, no es que tal persona haya vivido más o menos feliz, sin que lo relevante consiste en si tal persona ha realizado una labor útil y beneficiosa para la comunidad en que vivió y la posterioridad. Por ello, si a cada cual  se ha de juzgar por sus obras y no por dolencias e infortunios, a doña Mencía le debemos dar el mayor de los sobresalientes.
Esperemos que este agradecimiento sea en algún modo positivo y que Ayora no sea otro más de sus contrariados amores.
Por ello, cuando llegue el momento, hay que rendirle un merecido homenaje, aunque precisamente ella era enemiga de tales agasajos. Siempre siguió la máxima de sus preceptores de que un buen cristiano lo que debe hacer es llevar una vida austera y ejemplar, ayudando en especial siempre a los pobres. Así lo dejó escrito en su testamento, y añadía que en su tumba no hubiese mármoles ni lujos, sino una humilde losa con la escueta inscripción de su nombre para que quienes la vieran, le recordasen y simplemente rezaran una oración por su alma.
Como última curiosidad, también indicó en su testamento querer ser enterrada en el convento de Santo Domingo de Valencia, y allí está, pero también figura como titular de una obra cultural, tan preciada para ella, en otro convento, asimismo, de Santo Domingo, pero en Ayora.  Es nuestro Auditorio “Mencía de Mendoza”, donde las frecuentes actuaciones de conciertos, conferencias, danzas y obras de teatro –tan de su gusto-, le acompañarán siempre como muestra del afecto que Ayora le profesa.

      José  Martínez Sevilla

(Datos y fechas, de N. García Pérez y  S. A. Vosters, en sus obras sobre doña Mencía)

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5 comentarios:

  1. Gracias Pepe, no sabes como nos entretienen, informan y emocionan tus artículos.
    Ahh y darle las gracias igualmente a ayoraonline por su esfuerzo con esta idea.

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  2. Sin duda, Mencía de Mendoza es uno de los personajes más destacados de nuestro pueblo. Una humanista como pocas, mujer renacentista y más que a la altura que muchos hombres coetaneos.
    Espero ver pronto otros artículos dedicados a otros ilustres ayorinos pronto.
    Gracias Pepe por estos artículos tan interesantes.

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  3. Es un articulo muy bonito, he pasado un rato agradable leyendolo,y me gusto mucho,espero poder leer pronto otro trocito informativo de nuestro pueblo.gracia PEPE

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  4. Muy entretenido tu articulo, la verdad , se pasa muy bien leyendolos todos tus articulos Pepe, muchas gracias, un abrazo desde asturias

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  5. Muy interesante Pepe, que bonita es la historia

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