La tarde es lenta y bochornosa
sin pájaros cantores;
no canturrean los grillos
sus salmos monocordes,
ni hormigas en largas filas
anuncian lluvias y frescores.
Es un año raro
este dos mil doce:
bisiesto y terco,
sin que trinen los ruiseñores
ni golondrinas vuelen
en la plazoleta de la Iglesia,
alrededor de la torre.
La gente está agobiada
teniendo cada día
nuevos sinsabores;
hasta la primavera ha sido
esquiva y borde.
Veo de lejos el solitario gorrión
aleteando inestable
en un viejo hilo
de cobre;
mira ávido alrededor,
huye rápido
y se esconde.
Ya no vienen aquellas tormentas
de tardes primaverales,
ni crecen hierbas esbeltas
en sus humedales;
Dijo, Bécquer: “volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón los nidos a colgar,
pero aquellas que cantaron nuestros amores,
¡ésas…no volverán”. !
Es verdad;
ya no se oyen las notas musicales
de los pájaros cantores
y nadie sublima con su música
nuestros románticos ardores;
el sol se pone...
pero llegarán redivivas primaveras,
hormigas, lluvias, grillos y gorriones...
y de nuevo vez otras golondrinas
volverán a colgar sus nidos
en jóvenes corazones.
José Martínez Sevilla
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Realmente fantástico
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